La ruta se atraviesa en el camino… es un camino.
Al Sur uno se encuentra con los pensamientos, con los sentimientos… con uno mismo.
Al Sur el paisaje es distinto. Tal vez el gris y monótono relieve resulte triste para muchos, sin sentido, carente de belleza.
La jarilla te acompaña, te persigue, a un lado y otro de la ruta; esta ruta hacia el Sur.
Allí, donde el viento es diferente… te envuelve con su sonido, guarda secretos, te susurra historias. Historias de gente como vos, que de vez en cuando emprende este camino hacia el Sur.
Caminás, corrés, te parás, descansás y mirás todo alrededor.
No reconocés nada, aunque por momentos todo te parece familiar.
“Ya he pasado por este lugar”, pensás… y continuás.
Buscás al Sur de tu propia vida… dejás tu mente a un lado, con todos los pensamientos que se amontonan apresuradamente.
No querés compañía… hay viajes que no la necesitan.
Escapás al Sur. Deseás respirar.
Otro aire te invade; ¿tal vez aquél viento persistente?. No estás muy seguro, sólo tenés que seguir para averiguarlo.
Continuás al Sur, buscando tus respuestas, explicaciones; por qué no, un nuevo comienzo.
Todo sigue resultándote conocido. Y es que en la prisa por llegar a un lugar donde lo solitario se convierta en el abrigo ideal en este instante, olvidaste reparar en los detalles, en las pequeñeces, en cada uno de los matices que fueron parte de tu camino.
Llegás, lo explorás, descubrís.
Te apropiás de este rincón al Sur…
Al Sur de tu propia vida,
… ahí está tu corazón.