Todo tiene su tiempo...
y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora

martes, 23 de septiembre de 2008

Memoria de pueblo


Ladrillo sobre ladrillo, barro en medio; extensas paredes maltratadas por el paso del tiempo se alzan en medio del paisaje agreste.

Los descoloridos tonos anaranjados resaltan ante e gris de las lomas bajas.

Atardecer de invierno, frío y ventoso.

Los marcos de las ventanas maltrechas; la pintura descascarada y un rostro avejentado con cabellos grises asoman por los vidrios que, lentamente, comienzan a mojarse con la llovizna.

El viento calma; el frío persiste y el silencio se convierte en el escenario de aquella fotografía agrietada y desteñida entre mis manos.

Pequeño rincón de cosas que leo y me sorprenden



Ella barrió el otoño del patio de mi casa
y casi a quemarropa se nos vino el verano.

De súbito, la escoba se llenó de ramas
y a sus manos, ya verdes, regresaron los pájaros.

Todo de golpe. Todo cruzó como una ráfaga.
Sucedió tan de pronto q no puedo acordarme
ni cómo se llamaba.

Barrió el otoño y luego
ella olvidó acordarse.
Creo q hemos pactado no acordarnos de nada.
Pero el otoño vuelve cada otoño
a mi casa, y acumula mil hojas
donde no escribo nada.

Ella no ha vuelto. Nunca voverá a su tarea
de barrer el otoño del patio de mi casa.
En adelante, el viento barrerá la nostalgia.

Lo que no entiendo es,
cómo me olvidé de olvidarla.

("Ronda para barrer el patio")
Armando Tejada Gómez