Todo tiene su tiempo...
y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora

miércoles, 23 de abril de 2008

Otoño II

No una, ni dos, ni tres veces
sino día tras día regresé a esta soledad yendo a ella en la mañana
como si asistiera a un festival.

W. H. Hudson ("Idle days in Patagonia")


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Para acompañar el post anterior, les dejo algunas fotografías de mi paseo otoñal por el valle.
Ya les dejaré el link para que las vean todas, hay algunas muy lindas.
Espero disfruten el paseo!










Si quieren ver mas fotos ingresen a: http://www.bubbleshare.com/album/367483


martes, 1 de abril de 2008

Otoño


Tuve la sensación de que me perdía.

Ahí, donde el camino no sigue. Esas calles olvidadas donde los autos ya no transitan… ni la gente, ni las bicis, ni el viento.

Ahí, donde el río hace un “codito” y las huellas te llevan a la orilla.

Cuando levanté la vista, ya estaba ahí… no sé cómo lo encontré. Y fue en ese instante en que sentí perderme. No era yo la que estaba allí. Eras vos.

Ahora que llegó el otoño, las hojas remolinean cerca tuyo. Sentís el crujir a cada paso; se deshacen en la planta de tus pies.
El valle se tiñó de verdes descoloridos, de amarillos que relucen en la mañana, dorados del sol.
Si seguís, y te quedás junto al río un poco más, la quietud te transporta, y salís corriendo y cuando volvés a mirar, ahí te ves: sentado bajo una rama seca, con las hojas desteñidas a tu alrededor, el agua corriendo mansa entre los meandros, la tarde fría que llega con sus nubarrones… y entonces, dejás de mirar el cuadro.
Metés las manos en los bolsillos y das media vuelta… retomás el camino por el cual llegaste y te perdiste.

El ruido de los autos me devuelve a la realidad. El “28 de Julio” que llegó a la parada (“tarde,como siempre”, pienso). Sonriendo rumbeo para casa, viendo la gente pasar, los chicos que salen de la escuela, los perros jugando en la plaza… y me queda la sensación, de que te invité a pasear conmigo.



Pequeño rincón de cosas que leo y me sorprenden



Ella barrió el otoño del patio de mi casa
y casi a quemarropa se nos vino el verano.

De súbito, la escoba se llenó de ramas
y a sus manos, ya verdes, regresaron los pájaros.

Todo de golpe. Todo cruzó como una ráfaga.
Sucedió tan de pronto q no puedo acordarme
ni cómo se llamaba.

Barrió el otoño y luego
ella olvidó acordarse.
Creo q hemos pactado no acordarnos de nada.
Pero el otoño vuelve cada otoño
a mi casa, y acumula mil hojas
donde no escribo nada.

Ella no ha vuelto. Nunca voverá a su tarea
de barrer el otoño del patio de mi casa.
En adelante, el viento barrerá la nostalgia.

Lo que no entiendo es,
cómo me olvidé de olvidarla.

("Ronda para barrer el patio")
Armando Tejada Gómez