Ladrillo sobre ladrillo, barro en medio; extensas paredes maltratadas por el paso del tiempo se alzan en medio del paisaje agreste.
Los descoloridos tonos anaranjados resaltan ante e gris de las lomas bajas.
Atardecer de invierno, frío y ventoso.
Los marcos de las ventanas maltrechas; la pintura descascarada y un rostro avejentado con cabellos grises asoman por los vidrios que, lentamente, comienzan a mojarse con la llovizna.
El viento calma; el frío persiste y el silencio se convierte en el escenario de aquella fotografía agrietada y desteñida entre mis manos.