Todo tiene su tiempo...
y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora

viernes, 12 de diciembre de 2008

Con las olas a tus pies



Un extenso manto de arena fina y blanca.
El horizonte: un mar calmo y azul.
Los últimos rayos de sol tibios sobre el acantilado hace relucir la espuma blanca de las olas ya débiles, que golpean las rocas una y otra vez.
Decenas de gaviotas descansan en la orilla.
Brisa juguetona.
Todo se llena del inconfundible aroma de mar.

Mis pies se hunden en la arena mullida, mientras camino por la costa.
El atardecer me acompaña, y esa brisa de mar de la cual leía e imaginaba, ahora me envuelve y enrieda mi pelo. Todo me recuerda a vos. Las cosas que han pasado y las que imaginé.

No sé si te he soñado, o si en realidad alguna vez nuestras vidas estuvieron entrelazadas y luego olvidé.
Las olas del mar me trajeron esta sensación.
Esa ausencia ya lejana que por momentos llega a la planta de mis pies... como las olas.

Hoy, traigo arena de otro mar....

3 comentarios:

SANTIAGO dijo...

que buena sensación hundirse en la arena ola a ola ...

Unknown dijo...

¡Tenés talento Andru! ¡Esto está genial! Siempre me hacés soñar o recordar algo... entre nosotros, para un cuento que escribí (el XIII), me basé en algo similar a lo que me contas, y de hecho es algo similar lo que hice... En el verano suelo quedarme como pasmado mirando desde un risco las olas... o caminando por la playa una noche en el medio de la nada... Lo extrañaré este verano, pero te agradezco el recordarme la sensación... Gracias :)

Telma dijo...

Cómo anduve con tu texto! Precioso...
Y me quedo sólo con una cosa: El mar es un amor inolvidable.
Vuelvo, Andru. Saludos

Pequeño rincón de cosas que leo y me sorprenden



Ella barrió el otoño del patio de mi casa
y casi a quemarropa se nos vino el verano.

De súbito, la escoba se llenó de ramas
y a sus manos, ya verdes, regresaron los pájaros.

Todo de golpe. Todo cruzó como una ráfaga.
Sucedió tan de pronto q no puedo acordarme
ni cómo se llamaba.

Barrió el otoño y luego
ella olvidó acordarse.
Creo q hemos pactado no acordarnos de nada.
Pero el otoño vuelve cada otoño
a mi casa, y acumula mil hojas
donde no escribo nada.

Ella no ha vuelto. Nunca voverá a su tarea
de barrer el otoño del patio de mi casa.
En adelante, el viento barrerá la nostalgia.

Lo que no entiendo es,
cómo me olvidé de olvidarla.

("Ronda para barrer el patio")
Armando Tejada Gómez